(Capítulo X de Tren a la Estación Perdida, a la venta en Amazon)
Me despertó un ruido inusual: estaba sonando mi teléfono.
—¿Hola? —mi voz ronca evidenciaba el abuso de pintas de cerveza de la noche anterior.
—Buenos días. ¿Hablo con Alfred?
—Sí, soy yo.
—Hola, Alfred. Me llamo Clodagh O’Connor. Te llamo del Hotel Furlton. Reme nos ha hecho llegar tu curriculum.
—Eh… Sí, sí.
—¿Estarías interesado en hacer una entrevista con nosotros para el puesto de cajero del restaurante?